No podemos dejar a nadie en el camino
Artículo de Álvaro Retortillo Osuna, Director del Área de Empleo de la Fundación Santa María la Real; y de Laura Oncina Ronsendo, responsable del Laboratorio de Empleabilidad que la entidad ha puesto en marcha en Castilla-La Mancha, Extremadura y Región de Murcia para analizar el paro de larga duración y presentar una serie de medidas que permitan afrontar y frenar esta lacra social.
Si comparamos la situación del mercado de trabajo actual con la del año 2013, no podemos negar que el panorama parece muchísimo más prometedor a día de hoy. Tal y como muestran los datos de la última EPA, la tasa de paro se ha reducido considerablemente. A nivel nacional, hemos pasado de un 26,94% a un 14,45%, y a un 11,21% en el caso de Castilla y León. Pero ello no significa que no quede trabajo por hacer. Las más de tres millones de personas desempleadas y las tasas de paro que tenemos siguen siendo vergonzantes para un país desarrollado, y lo que la post-crisis ha revelado es que ha habido personas que se han quedado descolgadas del mercado laboral. Y este riesgo es creciente, a tenor de lo que muestran los datos y el efecto de la brecha tecnológica en el empleo.
En el año 2013, ante la alarmante situación que atravesaba España en cuanto a desempleo se refiere, desde la Fundación Santa María la Real nos comprometimos a luchar contra el mismo de una manera distinta: en equipo, poniendo a las personas en el centro, atendiendo tanto a los factores emocionales como profesionales a la hora de entrenar la empleabilidad, y sobre todo, demostrando que una persona puede estar desempleada, pero no necesariamente tiene que estar parada. Que el estigma del desempleo no es cierto en muchas ocasiones, y que si se generan los cauces y canales adecuados y se confía en las personas, se puede dar la vuelta a la situación. Así nació el Programa Lanzaderas de Empleo, y las más de 500 experiencias por todo el territorio nacional y las más de 11.000 personas que han participado en él nos han enseñado cosas de incalculable valor.
Hace un año y medio nos propusimos añadir conocimiento a la ecuación, y paralelamente al desarrollo de lanzaderas y otros programas de empleo, comenzamos a investigar sobre el fenómeno de desempleo. Así nació el “Laboratorio de Empleabilidad”, una iniciativa en la que estamos trabajando para arrojar luz sobre el fenómeno del desempleo de larga duración.
De las más de tres millones de personas que hay en desempleo en España, casi la mitad llevan en desempleo más de un año, y más de un millón llevan en esta situación durante más de dos años. Las personas desempleadas de larga duración se enfrentan en muchos casos a una situación cronificada, en la que se reducen sus posibilidades de salida al mercado laboral cada día que pasa, pues las tasas de reentrada al mercado de trabajo caen estrepitosamente apenas se supera el año en desempleo. Esta situación afecta sobre todo a las personas mayores de 45 años y, en el caso de las mujeres, se perciben problemas serios a partir de los 30, independientemente incluso del nivel de estudios, demostrándose así el enorme sesgo de género que tiene nuestro mercado laboral.
Con las investigaciones realizadas también hemos podido constatar que la pérdida del empleo no implica sólo una pérdida de ingresos, sino que se generan una serie de consecuencias negativas que se ven agravadas cuánto más tiempo pasa: desmotivación, apatía, obsolescencia de las competencias profesionales y transversales, dificultad para estructurar el tiempo, pérdida de relaciones sociales y, en no pocos casos, problemas de salud mental.
El sentimiento de ser rechazado constantemente por el mercado laboral puede generar una desmotivación crónica que da lugar a tener una percepción de imposibilidad de acceso a un empleo. Además, al haber permanecido largos periodos de tiempo fuera del mercado laboral, y teniendo en cuenta el cambio acelerado que éste experimenta, es posible que muchas personas no dispongan de las herramientas idóneas para acercarse a las demandas actuales del mundo empresarial. Esto hace que, a pesar de estar realizando una búsqueda de empleo, ésta no sea efectiva. La inmensa mayoría de las personas muestran una alta valoración del trabajo como un factor importantísimo en nuestras vidas, pero a la vez una gran frustración por no poder acceder a él.
La conclusión, tras unos años de recuperación de la economía y el empleo, es clara: la crisis ha creado perdedores, y debemos esforzarnos para recuperar y reintegrar a estas personas en el mercado de trabajo. Hoy en día se habla mucho sobre la posibilidad y conveniencia de dar rentas mínimas a las personas que se queden descolgadas, hecho que se puede agravar por los impactos de la tecnología sobre el empleo y la consiguiente y creciente brecha tecnológica. Se dice que es mejor esto que aplicar políticas de activación, dado su elevado coste. Estos análisis puramente economicistas olvidan que el trabajo es mucho más que un salario o una renta. Es el principal factor de integración en la sociedad, el que define en muchas ocasiones nuestro rol en la misma, nos guste o no. Y no podemos permitirnos el lujo de dejar a nadie en el camino.
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